Hay que tener cuidado con las mascarillas y guantes: son un problema de contaminación ambiental

Pues eso parece, y cierto es.
Por poco que nos fijemos un poco en nuestras calles nos daremos cuenta que en las aceras siempre podemos ver o guantes o mascarillas de nuestra nueva normalidad.
Y en las zonas de costa se agrava el problema con la afluencia de turistas y visitantes.

Contaminación ambiental por mascarillas y guantes

Otra crisis más sumada a la sanitaria y a la económica provocada por el coronavirus.

 

Cuando parecía que estaba ya creciendo la conciencia medioambiental y que la guerra a los plásticos había entrado en una fase definitiva, el mundo entero se colapsa por la pandemia y la solución global pasa por la utilización de una barrera de protección respiratoria, la mascarilla, y el aislamiento de nuestras manos con la utilización de guantes.

La cultura de usar y tirar

No se podría concebir una civilización moderna en la que fuéramos incapaces de conseguir bienes de uso instantáneo, fabricados a escala macro-industrial, y que tras una vida útil razonablemente corta, nos podamos deshacer de ellos para volver a adquirirlos… así funciona la economía moderna, favoreciendo el consumo que garantice miles de puestos de trabajo. Hasta aquí todo parece correcto, pero a esta cadena le faltan eslabones: una vez que ese bien de consumo ha perdido su etapa hábil, tendría que existir una última fase en la que nos deshiciéramos adecuadamente de él. Bajo el concepto “reciclaje” existen ideas difusas, pues casi nadie es capaz de asumir toda la responsabilidad de esta última parte de la existencia de cualquier producto de consumo que ha dejado de ser válido: las administraciones no invierten en formación y cultura lo suficiente, los gobiernos no disponen de un mecanismo correcto para reutilizar y procesar al cien por cien los deshechos y el usuario no ha reciclado su mentalidad hasta el punto de hacerse responsable, hasta el final, de los artículos que adquiere y que en algún momento dejarán de ser funcionales.

Nos invade la basura

Y en plena vorágine de la invasión de los plásticos en el planeta, llega la pandemia del COVID-19 y tenemos en el escenario a más de 40 millones de españoles (por reducirlo a nuestras fronteras) con la obligatoriedad de utilizar en todos los espacios públicos una mascarilla. Pongamos que la vida útil de una mascarilla es de unos dos días: estamos hablando de 800 millones de mascarillas y un número indeterminado de guantes (de diferentes polímeros plásticos) cada mes para reciclar. En la elaboración de las mascarillas, aunque puedan tener apariencia de papel, se utilizan mezclas de celulosas con diferentes polímeros de plástico, algo que las convierte en difíciles de reciclar, por la complejidad de separar los componentes.
Las instrucciones “oficiales” (muy poco difundidas, por cierto) es que al tirarlas a la basula se depositen en el contenedor de “otros”, en una bolsa separada, como corresponde a cualquier producto potencialmente infeccioso.

La vida útil de una mascarilla es de unos dos días: estamos hablando de 800 millones de mascarillas al mes en la basura, solo en España.

Esto es un problema logístico importante, pero que a la larga tendrá algún tipo de solución, el drama radica en los miles (o millones) de mascarillas y guantes que, el lugar de terminar en el recipiente adecuado para su reciclaje, acaban en el suelo, en la montaña, en un río o en el mar.

Datos para la reflexión

La Organización de las Naciones Unidas contabiliza cada año 13 millones de toneladas de plástico arrojadas al mar de manera irregular. La mayoría de esta basura procede de artículos de un solo uso. Solo en el Mar Mediterráneo, se arrojan más de 500.000 toneladas de plástico cada año, el equivalente a 33.800 botellas de plástico por minuto.
Aunque varias ciudades españolas ya han publicado multas a quienes se deshagan de mascarillas y guantes de manera incorrecta, ya se ha desatado la alarma por la acumulación de este tipo de basura sobre todo en los grandes núcleos de población.
Las mascarillas quirúrgicas más habituales, (las importadas de oriente) están confeccionadas con 5 capas:

  • 2 capas de tejido exterior de polipropileno hidrófobo.
  • 2 capas de viscosa que constituyen la parte media (filtrante) de la mascarilla.
  • 1 capa de polipropileno hidrófobo, que separa los filtros en el interior de la mascarilla.

Como podréis imaginar, realizar la separación de estas capas de tejido, además de retirar las gomas que se utilizan para cenir una mascarilla a nuestra cara, es una tarea muy complicada y costosa.

¿Cómo podemos ayudar?

Cuando el ser humano forma parte de un problema, también lo es de la solución. Por encima de todo es imprescindible que nos responsabilicemos del correcto reciclado de nuestros equipos de protección, tanto guantes como mascarillas, depositándolas en el recipiente adecuado aunque, yendo un poco más lejos, aconsejaríamos que se almacenasen en casa (en una bolsa aislada) todas las mascarillas y guantes utilizados y una vez al mes, por ejemplo, nos deshiciéramos de ella en un centro de reciclaje, donde facilitaríamos enormemente la clasificación de este tipo de basura.
Aunque la medida más solidaria y eficiente sería utilizar mascarillas reutilizables de tela, de manera que minimizásemos al máximo los residuos, también podemos fabricárnoslas nosotros mismos, como ya os hemos aconsejado desde esta web, incluso confeccionando modelos con posibilidad de filtro interior intercambiable.
Si quieres ampliar información sobre el problema de los plásticos en nuestros mares te recomendamos consultes este informe en The Conversation.

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